Navegando por las redes, me tope con esta curiosa entrada en la cual, la inquietud incluso cuando cena, hace la siguiente reflexión:

Amor/odio es lo que define mi relación con la marca Hacendado. Algunos me acusan de atacar a la marca blanca de Mercadona al poner la épica foto del probiótico de Hacendado en el post del Actimel. Otros dicen que soy un lacayo del presidente de Mercadona al defender sus intereses en la delirante entrada “La surrealista relación entre las cremas del Mercadona y mi famosa barbacoa veraniega”.  Pues bien… hoy vuelve la marca Hacendado al blog. A ver qué dicen ahora. Me encantan las patatas bravas, y cuanto más picantes mejor. Por ello, cuando el pasado sábado en mi bar preferido me dijeron que se les habían acabado fui corriendo a Mercadona para comprar un plato preparado que venden de patatas bravas y que se encuentra envasado en atmósfera modificada. No están igual de buenas que las que sirven en el bar, ni mucho menos, pero algo es algo.

Mientras esperaba para pagar hice mi repaso habitual al etiquetado del producto y allí, entre los ingredientes que forman parte de la típica salsa mayonesa de las patatas bravas (hay lugares donde a las bravas solamente se les adiciona salsa de tomate picante y zonas donde se le añade también salsa mahonesa), encontré uno muy especial del que hacía unos días había leído una noticia muy esperanzadora: la curcumina…. ¿y por qué la curcumina es especial entre los más de 20 que forman parte de las patatas bravas de Hacendado? Porque jamás podría imaginar que un ingrediente de las patatas bravas podría ayudar a combatir el Alzheimer. Vayamos por partes.

La curcumina es la molécula más estudiada de la familia de los curcuminoides, una serie de sustancias quimiopreventivas presentes en la cúrcuma (planta herbácea de la familia de las zingiberáceas obtenida a partir de los rizomas secos de la Cúrcuma longa Linn y que se puede encontrar desde Polinesia y Micronesia hasta el sudeste asiático).

Desde el punto de vista químico la curcumina, 1,7-bis(4-hidroxi-3-metoxifenol)-1,6-heptadieno-3,5-diona) o diferuloilquinona, es el polifenol más abundante presente en la cúrcuma y presenta dos formas tautoméricas: ceto y enol. La forma ceto se presenta en forma sólida y la forma enol como líquido. Vale, todo esto está muy bien pero… ¿qué pinta la curcumina en mis deliciosas patatas bravas?

En el campo de la tecnología de los alimentos la curcumina es un aditivo (E-100) que forma parte de la familia de los colorantes ya que aporta un color amarillento, aunque puede variar hasta el rojo dependiendo del pH del alimento. Esta sustancia da el color amarillo característico al polvo de curry y se suele utilizar para proporcionar color a la mostaza, salsas, sopas, algunos productos cárnicos y a diversos derivados lácteos como mantequillas, quesos, productos de pastelería o licores. Además, al formar parte de la cúrcuma, su uso como especia para proporcionar un peculiar sabor y aroma a los alimentos está ampliamente extendido.

Entendido. La curcumina es esencial para las características sensoriales de las patatas bravas, pero en el título se habla del Alzheimer…¿qué tiene que ver “peligrosísimo aditivo de la familia de los colorantes” con esta enfermedad? Veamos.

La cúrcuma no es solamente la fuente original de un aditivo alimentario. Son muchos los estudios que la relacionan con propiedades antitumorales, antiartritis y antiinflamatorias. Además se ha estudiado el papel de la cúrcuma para tratar enfermedades como la malaria, el SIDA… o el Alzheimer.

La molécula de curcumina se asemeja a la de los ubiquinoles y otros fenoles con potente actividad antioxidante. Por tanto, su empleo como captador de radicales libres está más que justificado. Por otra parte, cada vez existen más evidencias que relacionan las enfermedades neurodegenerativas con la toxicidad de los radicales libres, las mutaciones inducidas por dichas especies reactivas y con el empeoramiento de las enzimas oxidativas y de la disfunción mitocondrial.

En el caso de los radicales libres, estos pueden provocar un daño oxidativo significativo en las enfermedades neurodegenerativas como es el caso de la enfermedad de Alzheimer(AD) que conlleva la deposición de proteína b-amiloide (Ab) como placas seniles… por lo que muchos grupos de investigación están empleando compuestos con alta capacidad antioxidante, como es el caso de la curcumina, para combatirlos.

Además de la interacción directa con fibrillas de Ab, la curcumina puede influir positivamente sobre el Alzheimer mediante diferentes mecanismos indirectos como, por ejemplo, favoreciendo la eliminación de la proteína b-amiloide por macrófagos, protegiendo a las neuronas de la toxicidad inducida por la proteína b-amiloide o influyendo en la expresión de genes asociados con la apoptosis y la inflamación.

Entonces… ¿gracias a la curcumina presente en las patatas bravas del Mercadona se puede combatir el Alzheimer? No y sí. Veamos.

Es cierto que varios estudios han demostrado la ausencia de toxicidad de la curcumina ingerida de forma oral, incluso con dosis muy elevadas. Además, su administración en la lucha contra el Alzheimer no tiene los posibles efectos secundarios de algunos fármacos antiinflamatorios no esteroídicos, como el ibuprofeno. Por último, su capacidad antioxidante como atrapador de radicales libres es varias veces más potente que la vitamina E… pero a pesar de todo ello la ingesta oral de curcumina a través de la alimentación no ha demostrado hasta ahora ser efectiva para combatir el Alzheimer debido, sobre todo, a subaja biodisponibilidad provocada por su escasa solubilidad en medio acuoso y su rápida degradación metabólica.

Entonces, ¿no es efectiva la ingesta oral de curcumina? Hasta ahora mediante la alimentación no… pero hay otras formas de administración. Un reciente estudiopublicado en la revista Alzheimer Research & Therapy evalúa el efecto de la inyección (subcutánea e intravenosa) de curcuminoides a ratones transgénicos a los que se le había inducido previamente la enfermedad de Alzheimer y que fueron tomados como modelo. El objetivo era examinar la viabilidad de utilizar una forma inyectable de curcumina para modular la formación de placas amiloides en el cerebro de dichos ratones… pero esas inyecciones llevaban una composición muy especial.

Como les he comentado anteriormente la familia de los curcuminoides presenta un grave problema. En el caso de administrar inyecciones con curcuminoides disueltos en agua tendríamos el mismo problema que en la ingesta oral: su baja solubilidad en la solución acuosa a inyectar.

Sin embargo, a un grupo de investigadores pertenecientes al Stony Brook University Medical Center se les ocurrió una brillante idea que solucionaba dicho problema.

Curcumina encapsulada por ciclodextrinas

Para aumentar la solubilidad de los curcuminoides y así poder emplear concentraciones mucho más altas que las empleadas por otros autores que lograsen tener efectos positivos contra el Alzheimer, los científicos estadounidenses decidieron encapsular los curcuminoides en el interior de un anillo formado por 8 unidades de glucosa modificadas químicamente…sí, como ya se pueden imaginar los fieles lectores de este blog les estoy diciendo que la curcumina fue encapsulada por los protagonistas de la serie “La comunidad del anillo y los ejércitos encapsulantes” que se viene publicando en este blog desde hace casi tres años: las ciclodextrinas.

Al quedar la parte hidrofóbica de los curcuminoides en el interior de las ciclodextrinas y la parte hidrofílica expuesta al medio externo, se observó un aumento espectacular de su solubilidad y de su biodisponibilidad… de tal forma que las inyecciones de curcuminoides en presencia de ciclodextrinas fueron tremendamente efectivas para combatir el Alzheimer en ratones transgénicos.

Concretamente, la inyección intravenosa de altas concentraciones de curcuminoides solubilizados en hidroxipropil-gamma-ciclodextrina (un anillo de ocho moléculas de glucosa con un grupo hidroxipropilo como sustituyente) dio lugar a mejoras en algunas patologías asociadas a la enfermedad de Alzheimer…que fueron de hasta del 70% respecto al control en el caso de la reducción de las placas formadas por la deposición de proteína β-amiloide (Aβ). Además, se pudo observar como los curcuminoides eran rápidamente metabolizados por el organismo por lo que no existía riesgo alguno de toxicidad. El éxito de las inyecciones de curcuminoides en ratones transgénicos fue total… ahora toca repetir los experimentos en humanos para ver si se obtienen los mismos resultados. Poco a poco.

Les dejo. El conocimiento de la estructura y funcionalidad de una sustancia es fundamental para poder conocer sus distintas aplicaciones. En este post hemos podido ver como una misma sustancia, la curcumina, puede servir tanto para modificar las características organolépticas de unas patatas bravas como para luchar contra una enfermedad degenerativa. Eso sí, sin el desarrollo de nuevas metodologías que muchas veces son criticadas injustificadamente, como es el caso de las modificaciones genéticas de animales o la nanoencapsulación molecular, jamás se podrán exprimir al máximo las propiedades de los compuestos que forman parte de nuestro día a día… es lo que hay.

Fuente: http://scientiablog.com/2013/11/18/el-alzheimer-y-las-patatas-bravas-del-mercadona/

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