El Alzheimer es la causa más frecuente de demencia en pacientes mayores de 65 años (entre el 50 y el 60 % de los adultos con demencia, lo padecen). La presencia de esta enfermedad aumenta en la población debido a un incremento en la expectativa de vida. A continuación, información para promover un cambio de actitud frente al envejecimiento y la enfermedad mediante el conocimiento y la prevención.

En nuestro país se estima que la prevalencia del Alzheimer es de casi 6 % en adultos mayores, es decir, de cada 100 personas de más de 65 años, 6 la padecen. La presencia de esta enfermedad aumenta en la población debido a un incremento en la expectativa de vida. Las estadísticas revelan que su crecimiento es exponencial conforme al avance del envejecimiento: en personas de 65 a 74 años es del 1 %, de 75 a 84 años asciende al 19 % y en mayores de 85 trepa al 30 por ciento.

Frente a esta realidad, el equipo de profesionales de “Humanamente”, el espacio multidisciplinario de prevención, rehabilitación y estimulación cognitiva, ofrece información para promover un cambio de actitud frente al envejecimiento y la enfermedad mediante el conocimiento y la prevención.

La demencia es un síndrome caracterizado por el deterioro de la conducta o de las funciones cerebrales, como la memoria, la atención, el lenguaje y el razonamiento, que interfieren con la capacidad de realizar actividades cotidianas. Por su parte, el Alzheimer es la causa más frecuente de demencia en pacientes mayores de 65 años (entre el 50 y el 60 % de los adultos con demencia, lo padecen).

Esta enfermedad desmejora gradualmente con el tiempo y afecta la memoria, el pensamiento y el comportamiento. Los síntomas son:

•Pérdida de memoria

•Problemas de lenguaje

•Dificultad para hacer tareas simples

•Desorientación en tiempo y espacio

•Pérdida en capacidad de juzgar

•Dificultad para tener pensamientos elaborados

•Pérdida de objetos

•Cambios en el estado de ánimo

•Cambios en la conducta

•Pérdida de la iniciativa

Los factores de riesgo del Alzheimer pueden ser irreversibles como la edad, la genética, los traumatismos de cráneo o modificables como los factores de riesgo vascular (HTA, dislipemia, sedentarismo, tabaquismo, obesidad, diabetes). Por otro lado, el ser humano cuenta con factores protectores que configuran la denominada “reserva cognitiva” y que explican las diferencias individuales en la velocidad y características del deterioro cognitivo asociado al envejecimiento como: el nivel educacional, la habilidad mental en la juventud, la actividad intelectual en la adultez y la vida social.

¿Cómo ocuparse?

—) A pesar del envejecimiento, el cerebro mantiene su plasticidad y puede responder con cambios morfológicos y estructurales ante estímulos del ambiente, mediante la formación y fortalecimiento de conexiones neuronales.

—) Si bien no podemos evitar contraer la enfermedad ni frenarla en forma definitiva, está demostrado que la neuroplasticidad y la reserva cognitiva retrasan la progresión o aparición de los síntomas y mejoran el rendimiento en actividades cotidianas.

—) La neuroplasticidad y la reserva cognitiva actúan como herramientas para fortalecernos frente al embate del Alzheimer y, junto a otras medidas preventivas (actividad física, interacción social, dieta sana), nos permiten ser artífices de nuestro envejecimiento.

En este contexto, la doctora Alejandra Amengual (MN 105232), médica neuróloga y co-fundadora de Humana.mente recomienda que “cuando el deterioro interfiere con las actividades de la vida diaria (vida independiente) es indicador de alguna patología asociada. Frente a olvidos muy frecuentes y dificultades progresivas es preciso consultar a un médico”.

 

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